Y un día, paró de leer libros.






...Y un día paró de leer libros, oír podcast y escuchar consejos. Evocó un silencio en un espacio, dando paso a la resonancia que habían dejado todas aquellas voces, a ver qué hacía su naturaleza, su músculo, su sentir, su alma de todo aquello...

Y cuando todo esto empezó a moverse en su Ser, se dio cuenta que muchas palabras hermosas cogían un tono más brillante y resonaban vibrantes... y otras se difuminaban y se desplomaban... Cuando circulaba todo aquello por sus venas, el sentido cambiada tanto en amplitud que parecía decir cosas nuevas.

Y aprendió, desde aquel momento, que todo aquello que no pasaba por su pálpito, no era suyo y no, no era suyo... quizás, era de otro... e igual de bueno, pero no era suyo.

Y se dió permiso en este fluir de ir y venir de sus afueras y de sus adentros...

Recorrió mundo, muchos caminos, descubrió nuevos paisajes, nuevas gentes, nuevos códigos, ricos manjares, curiosos hábitos... experimentó interesantes vivencias... y se enamoró de este espacio que le ofrecía la resonancia con su Ser para darse cuenta que sí, que no, que nunca, que siempre... o quizás, más adelante...

Descubrió un estado nuevo que siempre había estado a su disponibilidad y no lo sabía... una fuerza nutridora para vivir en sus pasos, en su respirar, con su pálpito... y descubrió la grandeza de sentirse Vivo y la importancia de todas sus sístoles y diástoles.



2 comentarios:

Imma dijo...

Precioso..

Anónimo dijo...

Gracias. Sigue escribiendo, por favor.
Amelia